Siempre que estamos en época olimpica, nos viene a la mente nuestra incursión en las Olimpiadas hace ya… Londres 2012, Pekin 2008, Atenas 2004… tres Olimpiadas. Y no es que hayamos competido deportivamente, pero sí que fuimos seleccionadas para representar a España en las Olimpiadas Culturales de Atenas 2004. El proyecto se llamó Artiade, fue comisariado por Renate Westhoff-Reisch y fue nuestra primera incursión en una exposición internacional. Lamentablemente, fue un desastre.
Estudiando aún en la facultad fuimos seleccionadas para esta exposición con la obra DIN (Documento de Identidad Nacional), imaginar nuestra alegría. ¡Nos íbamos a Grecia con todo pagado! Transporte, viaje, estancia, catálogo… Sin embargo nuestra alegría se disipó cuando la comisaría contactó con nosotras y nos comunicó que los sponsors se habían retirado y no había dinero para nada de nada. Que cada artista buscara sus propios sponsors. Y ¿qué hicimos? pues no quisimos perder la oportunidad y apostamos por ir e invertir, eso sí antes intentamos tímidamente pedir una ayuda al ayuntamiento para poder costear el viaje, pero con nuestro poco poder de convicción, no conseguimos nada. Así que gracias a nuestra madre, nos fuimos para allá, con la obra a cuestas, con escala en Italia y cambiando de aeropuerto, una semana antes de las olimpiadas.
Por donde empezar… la sala de exposiciones estaba lejos del centro, sólo accesible en trolebús o taxi (con timo incluido). Era una antigua fábrica a la cual se tenía que adecuar para ser una sala de exposiciones. Durante la semana de montaje aprendimos mucho. El equipo de montaje no era profesional de las artes y se les amontonaba las tareas. Suerte que de casualidad dijimos con nuestra vocecita: necesitamos una luz aquí para que se vea la obra, porque en la inauguración habían salas sin luz, artistas histéricos discutiendo por los enchufes, obras embaladas en cajas de madera desde hacía una semana, obras transportadas en trailer censuradas…
También tenemos gratos recuerdos, sobre todo el encuentro con artistas de todo el mundo, como el representante de Canadá, Shayne Dark, que venía financiado por su gobierno y, mientras nosotras aprovechábamos las horas de sobra para hacer turismo, él decía que no podía, que estaba trabajando, y se pasó la semana de montaje en la sala, ¡qué profesionalidad!
Que decir, nos enteramos después que cobraban entrada para ver la exposición, la obra no volvió, los catálogos no se publicaron y nosotras volvimos con un sabor amargo. Ahora, en nuestras circunstancias, no lo volveríamos a hacer, pero sinceramente, si nos dieran a elegir en el contexto en que nos encontrábamos en ese momento, pese a todo, volveríamos a ir. Volveríamos a invertir y apostar por ello. A veces es necesario perder para adquirir un bagaje de aprendizaje impagable.
Manolita
11/08/2016Quan em lluitat
Art al Quadrat
12/08/2016Molt, molt